Yo,
Juan Claudio Álvarez

Era 1991.
Yo tenía 20 años, y vivía en el norte de Chile. En medio de una crisis profunda, me acerqué a comprar una baraja de Tarot: era algo que siempre me había llamado poderosamente la atención.
Desde niño, siempre he tenido una fuerte conexión mística. Y allí, golpeado por quiebres y dolores, descubrí en aquel mercado ese puesto de hierbas medicinales, libros de segunda mano e inciensos: fue allí donde adquirí mi primer libro de Tarot. Venía con un mazo de regalo.
Mientras me adentraba en el estudio de los Arcanos, fui poco a poco digiriendo todo lo que internamente me ocurría. Y así, aprendí de mí mismo y, de paso, también aprendí a leer las cartas.
Desde ese tiempo hasta ahora, ya han pasado más de tres décadas. He vivido mil historias y recorrido otras ciudades. Finalmente, me establecí en Barcelona. Yo, y las cartas que me traje conmigo, lado a lado como las fieles y veraces compañeras que son.

La pasión por empaparme de este antiguo saber - y mis hábitos de ratón de biblioteca - me llevaron a investigar, a mirar el diseño de las barajas y a interesarme por las historias que que dan origen a cada diseño. El Tarot es tanto un sistema filosófico, plasmado gráfica y conceptualmente, como también un poderoso camino iniciático para quien se anime a comenzar el viaje - además de ser un oráculo que orienta dulce y sabiamente.
A lo largo de los años, he logrado hacerme experto en las dos tradiciones principales del Tarot: la tradición europea (representada por el Tarot de Marsella y sus derivados, como el Tarot Español, la baraja Rider-Waite, el Libro de Thoth de A. Crowley, el Tarot de los Bohemios de Papus, y tantas otras...); y el Tarot Egipcio - muy vinculado a la Cábala, el alfabeto hebreo y la Numerología.
La meditación me abrió también la puerta a otras percepciones. Y acabé completando mi bolso de brujo con una Bola de Cristal.

Este blog está pensado como el lugar donde comparto reflexiones sobre todas aquellas cosas que, a lo largo del camino, he ido conociendo y descifrando.
Agradezco a los miles de clientes que, en estos años, me dieron la oportunidad no sólo de ayudar, sino de escucharles y a partir de ahí, mirar otra vez las cartas para volver a aprender cómo los símbolos del Tarot nos hablan de una forma tan certera.
Aprovecho también para saludarte: que tengas una vida plena, y que logres encontrar la senda de tu propia felicidad. Al fin y al cabo, esa es la verdad a la que nos devuelve siempre el Tarot: ¿Quién eres? ¿Cuáles son tus dolores? ¿Qué es lo que te hace feliz?
Recibe, en donde estés, un abrazo enorme.
